¿Por qué se utiliza el cloro?
¿Por qué se utiliza el cloro y cómo se descubrió?
El cloro fue descubierto en 1774 por un farmacéutico sueco llamado Carl Wilhelm Scheele. Mientras experimentaba con el ácido clorhídrico, descubrió un gas amarillo verdoso cuando añadió unas gotas del ácido a un trozo de dióxido de manganeso.
Avancemos un siglo hasta principios de 1900, cuando se produjo la primera piscina esterilizada con cloro por John Wymond Miller Bunker en la piscina Colgate Hoyt (Universidad de Brown). Este fue un gran hito, ya que anteriormente las piscinas sólo se filtraban y el agua de la piscina tenía que ser reemplazada regularmente.
La mayoría de la gente probablemente no querría bañarse en una placa de petri gigante llena de gérmenes. Sin la química moderna, eso es lo que podía ser nadar en piscinas. Incluso un baño rápido en agua no desinfectada podría exponer a una persona a enfermedades como la diarrea, el oído de nadador y varios tipos de infecciones de la piel, incluido el pie de atleta.
Sin embargo, a pesar de las propiedades esterilizantes del cloro, existen algunos inconvenientes.
El cloro es muy volátil, por lo que es muy difícil mantener un nivel residual seguro y constante a medida que cambian la carga de bañistas y las condiciones. Cuando se añade demasiado cloro al agua, las piscinas pueden convertirse en un pozo de sustancias químicas nocivas. De hecho, una piscina excesivamente clorada amenaza la salud de los bañistas de dos maneras. En primer lugar, el contacto con la piel puede provocar una irritación similar a una sensación de quemazón. Además, los gases que desprende la evaporación del agua sobresaturada con soluciones de limpieza a base de cloro pueden entrar en la nariz y los ojos y causar graves picores y molestias. Algunos problemas de salud que se han asociado al cloro son el cáncer, el asma, los defectos de nacimiento, los problemas de embarazo, los problemas cardíacos y las alergias cutáneas.
Un simple chapuzón de 10 minutos en una piscina saturada de cloro es suficiente para que nuestra piel absorba suficiente cloro como para empezar a afectar a nuestros riñones e hígado. Permanecer en una piscina con cloro más de 30 minutos puede afectar al cerebro.
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